En Andalucía, la enfermedad meningocócica invasiva (EMI) presentaba una incidencia de 0,87 casos por 100.000 habitantes antes de la llegada de la pandemia COVID-19 (73 casos durante la temporada 2018-2019), con una letalidad del 17,8 %. Los datos eran muy similares al resto de España.
Puede afectar a personas de cualquier edad, pero existe un aumento de incidencia en la primera infancia (siendo el más frecuente el serogrupo B) y en la adolescencia y adultos jóvenes (siendo más frecuente la suma de casos de serogrupos C, W e Y).
La EMI, con algunas variaciones por serogrupos y grupos de edad analizados, presenta una media del 10-15 % de letalidad y de un 30 % de secuelas permanentes (retraso psicomotor, sordera, epilepsia, insuficiencia renal crónica, amputaciones, etc) entre los supervivientes, a pesar de las innovaciones en los cuidados y tratamientos actuales.
Desde el estallido de la pandemia de COVID-19 y la instauración de medidas físicas como las mascarillas, distancia de seguridad, etc, se ha producido un descenso muy marcado de casos de EMI en toda España, pero no se ha erradicado, por lo que es esperable que, con la normalización progresiva de los hábitos sociales, se produzca un nuevo aumento de casos.